Un motivo para reflexionar sobre el impacto de los valores en el quehacer de la
ciencia y la medicina
Alan Turing fue uno de los matemáticos más importantes del siglo XX. Entre otras cosas, este
matemático inglés es considerado uno de los padres de la computación moderna y contribuyó
significativamente al desarrollo de la Inteligencia Artificial. Durante la Segunda Guerra Mundial,
trabajando para el gobierno británico, Turing decifró el código Enigma permitiendo a los aliados
anticipar los movimientos y ataques nazis.
En 1952 Turing fue procesado por indecencia al admitir una relación sexual con un hombre a
partir de lo cual fue removido de su empleo en las oficinas de comunicación del gobierno inglés
(GCHQ por sus siglas en inglés), sin embargo lo que resulta aún más importante resaltar es que fue
sometido a tratamiento contra la homosexualidad en el cual fue químicamente castrado. A raíz de
estos eventos en 1954 Turing se quitó la vida.
Como comunidad científica y médica, esta noticia invita a analizar nuestros valores, los
conceptos de enfermedad y salud que manejamos y a darnos cuenta de que éstos no están definidos
únicamente en términos científicos. Así mismo, conduce a preguntarnos cómo es que nuestras acciones
dentro del deber profesional, basadas en esos valores y conceptos, pueden afectar la vida de las
personas.
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