Recientemente ha comenzado a hablarse sobre la necesidad de construir una bioética “global”. Asimismo, otros han propuesto una especie de subespecialidad (si se me permite el término, por cierto no muy adecuado para la transdisciplinariedad del discurso que nos ocupa) en bioética a la que llaman “ecobioética”; ella se ocuparía de los dilemas morales relacionados con el medio ambiente y la calidad de vida de las personas, del imperativo moral de proteger a las generaciones futuras y de la obligación de preservar la vida en general, no sólo la vida humana. Cabe preguntarse si estas propuestas son algo novedosos o si, por el contrario, el propio concepto de bioética en sí mismo las contiene. Cuando indagamos sobre la etimología del vocablo “bioética” nos encontramos con que se trata de un término compuesto por el prefijo “bio” y término “ética”.